OPINIÓN
Con el poder y el perfil viene la responsabilidad. Las posiciones de liderazgo de importante custodia económica y comunitaria conllevan obligaciones aún más importantes.
La reputación y la confianza de los líderes sénior y sus empleadores (sector sabido o privado) pueden estar afectadas negativa o positivamente por la conducta en las redes sociales. Muchas organizaciones tienen políticas de redes sociales para mitigar los daños, pero muchas no.
No tengo la costumbre de despellejar a las personas, pero sí me ocupo de los comportamientos y actitudes para dar a conocer las mejores prácticas y la trámite de la marca. Oportuno a una publicación en LinkedIn la semana pasada en el tema de la fotografía de Tame/Morrison, es apropiado gritar a un individuo.
Lo que sigue no está diseñado para promover el debate sobre el tema de Tame/Morrison. Mi propósito es resaltar el inmenso daño organizacional, social y de marca personal causado por publicaciones descuidadas y venenosas en las redes sociales.
El vicepresidente de avance total de la Universidad Central de Queensland, Alastair Dawson, publicó una publicación divisiva, valeverguista y odiosa que obtuvo una gran reacción en comentarios y discusiones.
La publicación incluía (los errores ortográficos se mantienen tal como están escritos):
“Su comportamiento será conocido como cero más que el de una mocosa malcriada que no merece el Premio Australia del año. Estoy muy contenta de que su mandato haya terminado, al igual que sus quince minutos de auge”.
Sobrado irónico e inquietante hexaedro que Dawson es un líder de detención nivel en el sector en el que ocurrió el tropelía de Tame: ¡la educación!
Se eliminaron todos los enlaces en su perfil a empleadores actuales y anteriores, y su titular dice «las opiniones expresadas son definitivamente mías».
Pero una advertencia tan tonta no le da ni le dará protección a la reputación de la universidad y otras partes interesadas. Google no elimina enlaces, y una búsqueda inmediata muestra su división de trabajo aquí. Este es un certificación de la importancia de LinkedIn y la búsqueda de Google. ¡Nadie puede esconderse!
Esta publicación y la negativa del autor a replicar cualquier respuesta es un ejemplo sorprendente de cómo las reputaciones personales y las marcas de las organizaciones corren el aventura de sufrir un daño insuperable en las redes sociales. Una cosa es escribir una opinión con respeto y recato. Pero otra es compartir la humor y el odio de un detención líder. Esto se aplica a cualquier tema, profesional o perito.
Me interrogo qué o si la Universidad CQ promulgará medidas disciplinarias, ya que esta no fue la primera vez que se subieron publicaciones de odio sobre una variedad de temas. La forma es poco que necesita una vidrio matizada al revisar el daño a la reputación.
La publicación es indicativa de muchos instrumentos de formal preocupación en muchos niveles. Al final del día, ¿pueden las organizaciones y el gobierno hacer más y mejor para proteger su reputación mediante políticas de redes sociales claras y respetuosas?
¿Es en realidad sabio hacer la pinta gorda y permitir que un líder senior cause daños a la reputación?
¿Qué valía se crea de un líder con influencia siendo tan cruel? ¿De qué sirve una publicación en las redes sociales que genera dolor y desconfianza?
Con el poder y el perfil viene la responsabilidad, y nunca más que en un año electoral de política partidaria. Las organizaciones y los líderes deben hacerlo mejor en un mundo que se recupera de tanto dolor y desafío.
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